Palabras sin sentido
Cuando llueve la pluma toma vida y empieza a dibujar garabatos, a veces tienen olor a café y otras un gustito a rosas; será que la imaginación no tiene límites y esos minutos que dura el aguacero se tornan melodiosas compañías del pensamiento.
Cuando esos minutos de intimidad llegan, la soledad se hace cómplice de las ideas que durante tal vez mucho tiempo esperaron pacientes en algún recóndito lugar del pensamiento. Entonces las historias pasadas, esas que dejamos atrás pero que nunca hemos cerrado, se hacen presentes. Las sentimos nuevamente y nos permitimos recordarlas para decidir qué lugar vamos a darle en ese pasado que ya es historia.
Siento que respiro y te olvido. Otra bocanada de aire y te desvaneces, vos que nunca te entregaste a mi.
El amor que sentí por vos, ese sí fue real, de tantas maneras, en tantos lugares, en mi mente, en tu cuerpo, en mi cuerpo, en mis palabras, en mis caricias.
Vos, vos sólo fuiste un invento de mi mente, tus caricias las inventé yo, tus palabras, tus actos desinteresados, tus cuidados mientras estoy indefensa, todos fueron inventos de mi mente. Qué lejos de la realidad!, que esa sí dependía de vos.
Aún ahora robas estas palabras que no podrán nunca ser dichas para vos. Quisiera volar muy alto hasta que tu figura desaparezca, hasta que no seas más que un engranaje del cosmos, igual que todos, y entonces volver a esperanzarme en que existe, y que desde lo alto vislumbre por su brillo sincero, noble, aquel digno de amar, y aquel que sepa entregarse.
En cuanto a vos, que sólo sos carne, al dejar tu mano de tocar mi cuello, dejaste de existir. Y si alguna vez volviera tu cuerpo a rozarme no sentiría más que un angustioso escalofríos.
Imagino un cofre y esos sentimientos, uno por uno van entrando en él. Esta vez no quiero guardarlos y tenerlos a mano para mirarlos de vez en cuando; elijo el sabor a miel, y a esa sensación voy a ligarlos. Cuando pruebo la miel una sensación áspera recorre mi garganta y se hace esperar hasta agotarse, tanto como para evitar probarla una segunda vez. Se que tendría que ser dulce, tendría que ser placentero; tendría que querer probar la miel para recuperarme de algún trago amargo, pero aunque lo escuche de tantas personas como sea posible, simplemente no soy una persona de miel.
No recuerdo la primera vez que ligué sensaciones a recuerdos. Si nunca lo has hecho, es bueno el momento para hacer la prueba! El mundo está lleno de sabores, aromas, sonidos y colores, tantos que sólo podrían igualarse a la cantidad de recuerdos que tendremos en la vida!