Cirugía refractiva Lasik. Yo me operé.
La cirugía puede causarnos ansiedad, incluso pavor, pero animarse a recostarse cinco minutos y dejarnos en manos de expertos médicos cirujanos, es un paso sencillo cuando la recompensa es volver a ver por nuestros propios ojos.
No recuerdo cuando fue que desperté y ya no pude distinguir los dibujos caprichosos de la madera del techo. Al irme a dormir cada noche, apago la luz antes de retirarme los lentes, así puedo fingir que todo es claro. Pero no puedo engañarme a la mañana siguiente, el sol se cuela por mi ventana antes de que la alarma me llame, y entonces cuando abro los ojos, uno a uno, lo que al anochecer eran figuras detalladamente perfectas, ahora son sólo siluetas borrosas.
Espere ansiosa durante años, con el tremendo deseo de una niña confiaba en que el hombre algún día inventara la tecnología que me devolviera lo que la naturaleza me quitó de golpe.
¡Ayer fue el día! Mis manos con un sudor frío no eran competencia para unas rodillas temblorosas. Tú sonrisa a través del vidrio me daba el valor que necesitaba para recostarme muy quieta en esa habitación celeste, con personas sin rostros.
Una vibración. Una luz roja.
Cantaban los pájaros en el patio trasero. Tu respiración delataba tus nervios. Suavemente tus manos cálidas fueron quitando las vendas.
Lo primero que vieron mis ojos fueron los tuyos. Brillantes ojos miel.
Es normal sentir ansiedad, tal vez mezclada con algo de temor. La palabra cirugía tiene ese efecto en nosotros los mortales. Pero permítanme que les confíe que tan sólo duro un par de minutos por ojo. Se escucha algún ruido. Pero no se siente absolutamente nada, cualquiera que diga lo contrario no fue más que una víctima de la sugestión. El procedimiento es sumamente seguro y preciso. En no más de cincuenta horas gozo de una visión perfecta.
Basta con animarse a entrar en la sala de cirugía por unos minutos para que la vida como la conocemos cambie para siempre.
Amo que seas lo último que veo al irme a dormir, y ciertamente, amo que seas lo primero que veo al despertar. No sé hacer otra cosa que no sea sonreír.