Como cuidar el corazón después de un infarto
Sufrir un infarto al miocardio no significa olvidarse de llevar una vida normal y placentera, pues después de la rehabilitación, los pacientes pueden continuar trabajando y realizando todas sus actividades cotidianas, pero es necesario que sigan ciertas indicaciones para evitar riesgos
Las recomendaciones prescritas a un paciente que ha tenido un infarto van enfocadas a inhibir los posibles factores que desencadenaron el problema cardíaco.
Es decir, el paciente debe modificar su estilo de vida y su alimentación para evitar aquellos factores que podrían ocasionar un nuevo infarto, como el exceso de peso y el colesterol malo, compuesto por lipoproteínas de alta densidad que aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardíacas.
Debido a esto, es necesario limitar el consumo de grasas de origen animal que contienen productos como los embutidos, la carne de cerdo, el chorizo o la longaniza.
No se trata de no comer nunca estos alimentos, pero sí es muy importante hacerlo con moderación y siempre bajo control de un médico, quien debe indicar la cantidad que se puede consumir y la frecuencia.
En cambio se debe favorecer el consumo de alimentos como el pescado de mar y sobre todo las especies de agua muy fría, ya que su grasa inhibe el depósito de colesterol malo dentro de las arterias. Las semillas oleaginosas como las nueces, avellanas o el piñón inhiben también la grasa perjudicial y elevan los niveles de colesterol bueno, compuesto por lipoproteínas de baja densidad que protegen al corazón de posibles padecimientos. Sin embargo, el consumo de estos comestibles debe hacerse bajo control médico, porque su abuso puede resultar más nocivo que benéfico. La ingesta de fibra ayuda a evitar un nuevo infarto, porque tiene la característica de trasladar el colesterol malo hacia el intestino, para su posterior desecho.
Hacer ejercicio, la mejor forma de mantenerlo en buen estado
Otro factor que ayuda a eliminar el exceso de peso y por lo tanto a reducir el riesgo de un infarto, es practicar algún deporte o hacer ejercicio, aunque siempre bajo supervisión médica.
Después del infarto, el paciente pasa por una etapa de rehabilitación cardíaca luego de ocho semanas cuando ya ha concluido el periodo de cicatrización, se realiza una serie de pruebas clínicas para definir el grado de daño que se ha registrado en el corazón y sobre la base de esto, se determina el tipo de ejercicio que la persona puede hacer, ya sea actividad aeróbica, caminata o algún deporte.
Existe un factor que debe eliminarse por completo, pues está íntimamente ligado con los problemas cardíacos el tabaquismo. Evitar 100 por ciento el consumo de tabaco es un aspecto fundamental, puesto que si el paciente no lo hace se incrementa hasta cinco veces el riesgo de sufrir otro infarto.
La misma recomendación se aplica en el caso del tabaquismo pasivo, que implica también un alto riesgo. Aunque no existe información científica suficiente, se sabe que quienes conviven con fumadores tienen mayores probabilidades de sufrir un infarto al miocardio.
Con el alcohol se puede ser menos estricto, no es necesario evitarlo por completo, pero sí se debe limitar su consumo. La cantidad permitida de alcohol para alguien que ha sufrido un infarto es menos de 30 mililitros diarios o una copa, porque de lo contrario se produce un descontrol en los lípidos de la sangre y resulta más difícil mantener el peso corporal adecuado, además, la presión arterial se eleva.
Un poderoso enemigo
Las constantes presiones y el ajetreo de la vida diaria provocan altos niveles de estrés, factor que también contribuye a desencadenar los infartos, por eso es recomendable que los pacientes acudan a terapias donde les enseñen a manejarlo, esto aunado al ejercicio los ayudará a mantenerse tranquilos.
El apoyo de la familia, para crear un ambiente psicosocial positivo en torno al paciente, es fundamental, pues quien ha tenido un infarto puede experimentar periodos de depresión.
La familia debe entender que el paciente no está enfermo, ni incapacitado, simplemente necesita cuidar su corazón, pero no tiene porque ser una carga para el grupo familiar, ni se le debe hacer sentir de esa manera, por el contrario, se le debe brindar apoyo para que siga su vida normal y sea una persona útil. Según recomiendan los especialistas.
En la medida en que la familia tenga esta actitud positiva, el paciente se sentirá más animado. Es importante que no abandone el trabajo ni las actividades que le agradan porque esto contribuirá a evitar las depresiones.
Otro forma en que el grupo familiar puede brindar su apoyo, es supervisando que se sigan las recomendaciones médicas, pero sin convertirse en policías. Lo que se debe hacer es convencerlo de que evitar los factores de riesgo, le permitirá mantener saludable a su corazón.